lunes, 30 de marzo de 2009

La langosta gris y otras criaturas.

Una criatura arrastrada por la ráfaga de viento del sur que roza suavemente la superficie a su veloz paso por el suelo árido y resquebrajado. Una criatura a cuyos días de vida les ha faltado mucho color. Una criatura que desea ser verde chillón y sin embargo se confunde en la triste escala de grises. Una criatura que se asemeja a un montoncito de ceniza, que viaja a través de la brisa.

Un grupo de enfermizas calabazas azules que se burlan de la langosta gris resguardadas por la dulce sombra cómplice del árbol de naranjas amarillas. Un montón de tomates amarillos que señalan con el tallo a aquél gato feroz que les arrancará sus semillas.

Una luna pequeña, del tamaño de la bola ocho de pool, del color amarillento del papel antigüo. Un pacífico chancho tirado contra el muro de adoquines silvando una melodía arrabalera inconfundiblemente porteña. A su lado, un perro vagabundo con un rostro muy fácil de olvidar.

Un cielo dorado, una bóveda de cobre machucado que cubre a esta burbuja de la lluvia torrencial de realidades que inunda el valle inmaculado de la mentira. Una mentira que se empeña en ser el mundo real, aquél que dice albergar a todos, sin distinción de "cualidades o accidentes". Aquél mundo hipócrita que no vacila a la hora de decidir la muerte de esos seres que le dan vida a este relato.

2 comentarios:

Mariana dijo...

Tu descripción es una clara fotografía mental (para dibujar).

Fiore Muñoz. dijo...

Capturando momentos, eh?