miércoles, 21 de octubre de 2015

El que todo lo puede

Cuando dijo que sí, ya sabía que no iba a poder cumplir.

Invadido por la incontenible ansiedad de cumplir con sus propias promesas, Anselmo cree que puede.
Pero no.


Y ahí está Anselmo. Sólo y sin poder.

martes, 20 de octubre de 2015

Una sombra

-Anselmo- se escucha. Lo están llamando.
-Anselmo!- insiste la flaca alta, rubia y desgarbada. 

Anselmo no aparece. Está sumergido en las profundidades de la incertidumbre. Bajó la intensidad y lo tapó la angustia. Trinan sus sentidos mientras sigue en pie. 

Son pocas las razones que justifican su supervivencia. Una de ellas es la terquedad, la tosudez propia del necio que aún después de una y otra y otra decepción y otro fracaso, cree que alcanzará un destino que no existirá jamás.

La rubia supo confundir sus más emocionantes esfuerzos con meros actos de determinación natural. Y no. A Anselmo se le iba la vida. De haberlo sabido, quizá ella hubiera notado cómo, poco a poco, de Anselmo sólo iba quedando una sombra.

-Anselmo- repite. Anselmo ya nunca responderá.