miércoles, 8 de octubre de 2008

Y sigo sin poder escapar a la realidad. -

Porque en medio de tanta felicidad y en la burbuja emotiva y sentimental en la que nunca temí caer, pero que hoy me rodea, no puedo dejar de conectarme con algo real, con la realidad y con la Idea. Hegel no tenía razón. Hay un deber ser que se forjó en mi mente, sobre algo tan pasivo y tan abstracto de la realidad, que ni siquiera vaciló en presentarse. Sin embargo, la idea, no es realmente lo que yo creía. Yo sabía, percibía, la existencia de un ente, un individuo, un aparato, como quieran llamarlo. En ese aparato confluían una serie de particularidades que lo hacían (ante ciertos individuos) especial. Siempre hay un individuo que lo ve ideal, más que otro, pero no siempre es ese aparato el realmente existente. La experiencia me dijo que no, que el aparato que yo creía que podía ser de una manera (que hubiese actuado de cierta forma ante ciertas circunstancias) era realmente de otra (sus acciones y su posterior comportamiento se alejaba mucho de lo que podía imaginar). 

Mi pregunta, que me condena quizá al fracaso existencial para toda la vida, se puede condensar en un ejemplo básico, cotidiano, pero cargado de significado, como todas las palabras que suelo volcar, desprotegidas, a la intemperie de la opinión pública, incluso de aquellos que sé que leerán esas palabras y no darán cuenta de haberlo hecho, como otras que no lo demostrarán, como quienes lo demuestran, como quienes nunca sabré si leyeron o no mi mensaje.

Es muy simple. Supongamos un plato con un raviol. Uno solo, de ricota. No hay muchos, no tiene sentido práctico sino. Ese pequeño raviol, al ser único en ese entorno, en esa realidad, captura nuestra atención durante horas, días, imperecedero, antes de realmente demostrar interés por ingerirlo. Abstráiganse de toda realidad, es un ejemplo hipotético, acaso real pero ficticio, que busca reflejar la inmensa duda existencial que probablemente acabe con mi vida. Qué si uno, observando el raviol detenidamente, memoriza y aprende cada detalle de su exterior, vislumbra a través de la luz su contenido, y el mismo raviol, ante comportamientos como el calor o el frío, no permanece inmutable sino que refleja distintos comportamientos, que contribuyen a la construcción de una idea de su interior. Recordemos que cada palabra carga varias interpretaciones que construyan diferentes planos de la situación. El raviol, mezclado entre millones, infinitos, podría ser reconocido inmediatamente por aquel observador que, injustificada e injustamente, posó su mirada sobre el ente. Pero resulta que cuando el raviol va a ser ingerido, a partir de la seguridad de conocer el comportamiento del raviol ante esas circunstancias, se rebela ante la idea, el deber ser que ERA, que se había construido a partir de su imagen y comportamiento. Habiendo demostrado una inconmensurable resistencia al viento norte, recibe un viento del sur, de menor intensidad pero más violento, que lo arrastra intrínsecamente, dejando ante los ojos del observador, que iba a pasar a ser un participante activo, un simple plato vacío, con muchas señales y rastros del paso del raviol, que dejó una marca, una huella, que no será nunca suplantada por otro raviol, ni aunque también sea de ricota.

He aquí la afirmación, duda o cuestión existencial que, de ser confirmada con el paso del tiempo, terminará por consumir todo halo ficticio de vida que permanezca en este cuerpo, cargado de estupor. Se ha formado una idea, a partir de un aparato que reflejando su perfecta explicación en esa idea, pasó a formar parte de otra, con algunos rasgos en común, pero los fundamentales aislados, irreconocibles, abandonados en otro lugar. Si queda esa idea inicial, perfecta, que dota de sentido a una vida; si queda vacía, con toda la carga que esto implica, todo el significado de vacío. Qué queda entonces de quien tenía esa idea, si nada podrá reemplazarla en el mundo real.. Cómo será entonces, que esa idea que antes era tan perfecta, pueda quedar vacía, para siempre, y aquel pequeño raviol que llenaba de vida a esa idea, parezca irreconocible, ante una realidad diferente, que vaya a saber uno cómo termine. Con qué sentido, por mil carajos, alguien va a poder llenar esa idea con un raviol nuevo, si aquél que formó la idea tenía una fisonomía, un color, una pureza, un interior, absolutamente particulares, originales, auténticos, que serán irremplazables por siempre.

Repitiendo esa idea de que no sé quien realmente pueda llegar a interpretar qué de todo esto, pero esperando recibir alguna respuesta que me explique, aunque no de quienes hacen a mi cotidianeidad, cuya respuesta puedo imaginarme, esta situación devastadora, es que cito algunas palabras que encontré, quizá anonimas, o cuyo autor no quiero recordar, diseminadas en mis viejos escritos, completadas con mi pensamiento entre medio, como el jamón y el queso de un sánguche, cuyos panes, no recuerdo haber adquirido.

"La piedra ama a la nube, pero ese amor es sólo desesperación de su propia quietud. La piedra sufre y se desgasta al recibir las lágrimas de la nube, la nube no sabe que la piedra está abajo. Se lo dije, pero ella replicó que ese amor también es siglos de nube en su alma..."

No sé si recuerda a algo la siguiente obra. A mi me recordó sentimientos gestados en épocas pasadas, que aunque no se pueden abstraer, forman parte de una experiencia constructora, y vaya a saber uno si contribuyendo a la evolución o involución de mi sangre, mi mente y mi corazón.

1919 - Granada - "Si mis manos pudieran deshojar"

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!

Federico García Lorca.

3 comentarios:

Euge dijo...

Si supiera a qué te referís exactamente con el texto, es decir a qué hecho concreto, capaz lo entendería mejor. Igual algunas cosas que pusiste son ciertas. Y otra cosa, con Morano tuvimos que elegir una poesía para decirla de memoria y yo elegi "Si mis manos pudieran deshojar". Beeeeesos

Fiore Muñoz. dijo...

Che capitán, no se de mesarme. Sabías que tengo un Luciano, que me firmó el blog? no sé quién es, es raro, como efímero, pero está.
A ver si venís a mi casa un día.

Fiore Muñoz. dijo...

No te pongasc celoso de que haya otro Franco en mi vida, es un inspirador secreto.