El muchacho seguirá inmerso en esa porquería, ya que nunca juntará las fuerzas para impulsarse y escapar. Lamentamos informar, que el deceso no se producirá jamás, siendo el joven uno de los tantos, innumerables resistentes "sin rostro" que no se darán por vencidos, aún cuando todas sus fuerzas se consuman, aún cuando no exista física que justifique su resistencia, uno de los tantos que bajo el asqueroso manto de la mentirosa realidad, aportará su importantísima existencia a la causa de la resistencia, elevando un poco más ese manto, rasgando más ese velo con sus uñas ensangrentadas, hasta que algún día, bajo el nombre de alguno de ellos, bajo un nombre simbólico y universal (como Ernesto), ese objetivo se consagre.
Allí será cuando todas las bestias que escupen sus entrañas sobre el manto para hacerlo más grueso e impenetrable dirijan su vómito al reconocido abanderado, y sin darse cuenta permitan que a sus espaldas, agradeciendo por siempre a quien pudo mostrar su rostro curtido, los invisibles rompan la superficie, generando un orificio que por la fuerza natural de quienes siguen allí abajo, se agrandará infinitamente, consumiento el suelo, dando lugar a un cielo infinito que caerá sobre los opresores junto con la inmensa marea de hombres libres que poblarán ese vacío.